¡Para Ady!
De aquí a curarme; a curarnos,
hacen falta los versos trágicos
de un poeta sencillo de oficio
y experto en duelos.
Quiero ser el escritor magnífico
de tu corazón desahuciado,
condolido por libertad,
!extrañado!
Y más allá de mis placeres,
me convocas a mi muerte,
me suspendes con tus dientes
y escupes, ahora, la locura envilecida.
Qué crece en tu vientre?
qué corazón te salva?
crece el consuelo de mi muerte
y el capricho de tu suerte.
Adiós Morena
¡que con tu puño
endulces mi sangre!
Y será más tuyo; lo nuestro.
¡Adiós morena! ¡Mi morena!
que encuentres camino abierto
entre las faldas de una montaña erudita.
Y que en las pertenencias de tus gestos
caiga el amor de un viejo rito.
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