jueves, 22 de diciembre de 2011

Las posadas y sus vicisitudes

Ciertamente nos convenía aquello de las piñatas y los dulces.  Antes, nos explicaron que Jesús nació en un pesebre, rodeado de animales de la región y acompañando José a María. Ahora lo confieso, igual habríamos ido.
 Siempre esperaba con entusiasmo las posadas de mi pueblo. Allá íbamos los niños del catecismo con el espíritu navideño, cantando por las calles empedradas, viendo entre las cabezas escuras a la niña que nos guastaba y a los bultos de José y María, tambaleándose de aquí para allá.  
Cantando y cantando, llegábamos a la casa donde por fin nos daban asilo. Ahora que recuerdo, nunca entendí por qué tardaban tanto. Comíamos tamales y dulces, tomábamos horchata o chocolate, y todavía me tocaron los trozos de caña en las piñatas.
Regresábamos cargados. Suficiente para entretenernos todo el día con los dulces… hasta la siguiente posada.
A todos nos convenían, es cierto. A los niños nos encantaban las piñatas, a los más grandes, que eran casi jóvenes, les gustaba ir para ver a las muchachas, y a las mamas, les recordaba, quizás,  aquella época gloriosa de niñas libres.
Recuerdo mi primera posada. Fue la última de 1994 en la iglesia Santo Domingo de Guzmán. Avanzábamos por la parte Frontal del contingente, yo iba en los brazos de mi prima Julisa que tendría 14 años.
De repente la gente empezó a remolinearse en la entrada de la iglesia al mismo tiempo que las grandes alas del portón se cerraban. Mi prima, quizás entusiasmada con la idea de dar posada en vez de pedir, corrió de manera estrepitosa a la puerta trasera de la iglesia para poder entrar y así lo consiguió, conmigo en brazos.
Al entrar, la oscuridad  me invadió de miedo, un miedo escalofriante que atestiguaban los bultos negros de la iglesia. No pude más y rompí en llanto, hasta que por fin se abrieron las puertas de la luz.
Ahora que tengo espacio para volver el tiempo, lo recuerdo con mucho cariño. Ya vuelvo al mismo pueblo.
De repente, a lo lejos, veo a un grupo de gente. Entusiasta, alegre… Pasan a la vista de los visitantes de la nueva plaza, los ven,  primero con asombro, luego, con olvido; y yo me propongo por un momento, encontrar entre los pocos, al niño que le toca llorar asustado este año.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La fiesta del destino

Llegaste quince minutos tarde. Las miradas se detuvieron por un instante en tu presencia, mientras saludabas a los tuyos que eran casi todos y sonreías al amor con  inocencia.
Vestías de ti, y resaltaban tus hermosos ojos claros. Empañaste al tiempo, sacudiste al mundo, al destino,  a la carne.
Brillaba tu piel en medio de la fiesta. Brillaban tus puntuales comentarios.
Alguien escuchó su nombre entre tu boca carmesí, alguien se enamoró de ti, después de ti.
Caída la noche y con ella  los pretextos, aquel muchacho callado de la esquina te tendió su mano con osadía desmedida y bailaron hasta convertirse en el amor de sus vidas.
Una y otra vez, las miradas, las mismas miradas cercanas se encontraron; hasta hacerse uno por dos, los invitados.
La fiesta del pueblo terminó. Terminó con ella la ocasión para el amor.
Cuando te ibas sola cantando por la calle, te alcanzaron en la esquina los gritos de mi padre.
No hay horario para citas del destino. Se detuvieron el tiempo, los ladridos de los perros y el chinchirrín del los insectos.   
Eras mi madre, bajo la estela nocturna de un agosto, enamorando al tímido muchacho prodigioso.
Eras mi madre enamorada de mi padre. 

martes, 25 de octubre de 2011

Nos quisimos tanto...

Escribiremos en el cielo un cuento del que no saldrán nuestros proyectos, sostenidos de la nada y guiados siempre a subir, cual globo fiel al firmamento.

Y te quise y me quisiste y nos amamos. Como la eternidad atrapa al deseo del hombre nos besamos. Fuiste mía hasta el día que yo muera, y yo muero hasta el día que tú quieras.

No son estas, amor, palabras de despedida. Son cúpulas de memoria herida, las prodigiosas bondades que el corazón alcanza.

Y aquí estoy, pidiendo perdón que me perdones. Inevitablemente esquivé las falsedades.

No fue amor por amar lo que sentimos, sin la inocencia de besarte  cuando niños.
La distancia de la piel es la culpable, mas la indiferencia de invocarnos por las tardes.

Adiós para siempre a lo que fuimos y bendigo a la inocencia del olvido.

domingo, 23 de octubre de 2011

El cuarto

No necesito llave, la puerta; que no lo parece, se abre con el timbre de mi voz al instante. Es el corazón purgante de una amada convertida en protección.
Ante mí, queda el resultado de una vida exitosa, llena de comodidades y de objetos lujosos.
El piso de cerámica, cuyo color no recuerdo, está escondido bajo la alfombra amazónica que llegó una noche de invierno.
Inmediatamente, se alcanzan a la vista los objetos más extraños de mi vagancia por el mundo, de cuya explicación me honro cada que alguien; necesariamente, pregunta cómo, cuándo y dónde.
Un chasquido para encender el reproductor, que de manera inteligente, continúa con el género semanal. Mi cama, que ha de ser la  más confortable, se vislumbra siempre delicada y suave como las nubes blancas desde un avión.
Cerca del buró, a un botón, los recados emergentes dictados mecánicamente por una voz  tierna y femenina.
Al frente, dos cuadros parisinos de artistas urbanos, que contemplo sin hastío en las pausas largas de las lecturas nocturnas. Y en la mesa de cristal, el libro para la inmortalidad que casi termino.
En eso estaba, cuando un grito estrepitoso interrumpió mi delirio y me devolvió; en aquel patio, la escoba en la mano y la hojarasca al tobillo.
— ¡Hombre! ¡Y ahí! ¿A quién le hacías el amor? —Me cuestionó Jahir acostado en la banqueta, donde minutos antes empezamos el peligroso juego de soñar.
—Pues…  no sé, no haría falta, —le contesté dando las primeras sacudidas con la escoba.
— ¿No haría falta? —refutó con brusquedad. — ¿Y entonces? ¡Qué caso tiene soñar!

El cuarto

No necesito llave, la puerta; que no lo parece, se abre con el timbre de mi voz al instante. Es el corazón purgante de una amada convertida en protección.
Ante mí, queda el resultado de una vida exitosa, llena de comodidades y de objetos lujosos.
El piso de cerámica, cuyo color no recuerdo, está escondido bajo la alfombra amazónica que llegó una noche de invierno.
Inmediatamente, se alcanzan a la vista los objetos más extraños de mi vagancia por el mundo, de cuya explicación me honro cada que alguien; necesariamente, pregunta cómo, cuándo y dónde.
Un chasquido para encender el reproductor, que de manera inteligente, continúa con el género semanal. Mi cama, que ha de ser la  más confortable, se vislumbra siempre delicada y suave como las nubes blancas desde un avión.
Cerca del buró, a un botón, los recados emergentes dictados mecánicamente por una voz  tierna y femenina.
Al frente, dos cuadros parisinos de artistas urbanos, que contemplo sin hastío en las pausas largas de las lecturas nocturnas. Y en la mesa de cristal, el libro para la inmortalidad que casi termino.
En eso estaba, cuando un grito estrepitoso interrumpió mi delirio y me devolvió; en aquel patio, la escoba en la mano y la hojarasca al tobillo.
— ¡Hombre! ¡Y ahí! ¿A quién le hacías el amor? —Me cuestionó Jahir acostado en la banqueta, donde minutos antes empezamos el peligroso juego de soñar.
—Pues…  no sé, no haría falta, —le contesté dando las primeras sacudidas con la escoba.
— ¿No haría falta? —refutó con brusquedad. — ¿Y entonces? ¡Qué caso tiene soñar!

domingo, 9 de octubre de 2011

El muerto de los contreras

Lo mataron en la salida del bar cerca de la parada de camiones, motivados por un instinto animal; primero, Pedro le estrelló en la cara un pedazo de pavimento que encontró de los restos de un tope, y Emigdio, el menor de los hermanos, le propinó finalmente una punzada certera al corazón.
Los hermanos aun con evidentes efectos de algún narcótico, salieron corriendo a ocultarse al nauseabundo cuarto que alquilaban cerca del lugar.
La víctima murió al instante, sin tiempo ni forma de recopilar las imágenes que guardaba de una vida próspera y tranquila. El cuerpo se vio rodeado inmediatamente de curiosos y en segundos, de policías, prostitutas… y más curiosos.
Las primeras declaraciones apuntaban a un fallido intento de asalto, pero enseguida se desmintió. Las características de la escena del crimen indicaban un motivo distinto.
Al día siguiente, los diarios locales destacaban la fotografía sanguinaria de un ingeniero recién graduado por la universidad nacional. Bajo el título  “Junior salvajemente ultimado”, se mostraba; sin ningún fundamento informativo, el charco de sangre en el que murió al instante. En otra foto, un Ford Fiesta azul marino; su coche, descompuesto a una cuadra del lugar con el pie indicativo “habría tomado la ruta más larga y peligrosa”.
Los hermanos, en la intranquilidad de la conspiración, salieron a la calle con rumbos diferentes pero con el mismo fin, descubrir la verdad de los periódicos.   
Así, cada uno por su lado, se enteraban la mañana del último lunes de noviembre, que su víctima no era el dueño del bar que los había corrido y de quien decidieron desquitarse en la noche anterior.
— ¡Siempre sale a esa hora hombre, siempre! -le dijo Pedro a Emigdio cuando arreglaban la venganza orgullosa, y siguieron tomando sin dar tanta importancia al comentario. Tres horas más tarde, había un muerto cerca de la entrada del bar.
Consternados después de ver el charco rojo en la foto, los hermanos regresaron nuevamente al cuarto, en profundo silencio se vieron a los ojos, colocaron los periódicos en una pequeña mesa de mimbre cerca de la ventana y empezaron a tronar —como hecho bíblico— las gotas de lluvia en el techo de lámina.
Ahí estaba, en la portada principal de los diarios, el muerto equivocado de los contreras.

sábado, 8 de octubre de 2011

Discurso: Presentación "Hermanos en el camino"

Pero qué hacemos, a dónde vamos… cómo lo gritamos, porque esto hay que gritarlo. Que se sepa. Que sepa la gente de mi pueblo, que hay otros pueblos sufriendo.

¿Una película? Pero si nomás tenemos dinero para copias.

 ¿Una marcha? Pero sólo somos unos cuantos informados. Qué hacemos, porque algo tenemos que hacer.

¿Magia negra? Nombre si las buenas brujas murieron ya hace tiempo.

¿Escribir? Pero que vamos a escribir.

Contaba Cabral que en 1982 cuando anunciaron que el ganador del premio Nobel de literatura era el colombiano Gabriel García Márquez, un periodista corrió a la casa de su madre para entrevistarla y a al paso, ella le contestó: “yo no sé nada de literatura, lo único que sé, es que el Gabo tiene muy buena memoria, porque todo lo que escribió, se lo contaron”.

Hermanos en el camino no es el hilo negro de la literatura, mucho menos lo es del periodismo. Es, sí: Nuestra obra de arte, nuestro cuerpo repartido en letras, nuestros sentidos, nuestro oído. 

Es la viva voz del suplicio, es el uniforme de la sangre, son llagas de las plantas de los pies repartidas en puntos y en comas, es carne viva suplicando que no abandonemos nuestra responsabilidad social. Carne que vive abierta a la ayuda.

No hay más detrás del todo. No hubo una cortina negra que esconda lo mejor del espectáculo. Hoy, ni siquiera hay espectáculo. Somos simplemente jóvenes en voz de otros jóvenes, pidiendo; a los mismos, lo mismo, desde otro contexto:

¡Libertad, oportunidades, libertad!

Los discursos juveniles de las últimas décadas, tan sólo han sufrido ligeros cambios, que al oído mediático pasan desapercibidos. Tenemos el mismo discurso petitorio hace décadas… y lo que es más interesante, seguimos ofreciendo lo mismo, sin que lo consideren, nuestras manos y pies, nuestra energía y corazón de jóvenes, nuestras ideas imperfectas, las ganas de aprender para vivir siempre en un mundo mejor, siempre mejor.

No se trata de sentir lástima. Es más bien, una invitación para entender nuestro contexto social, económico, cultural. Descifrar el punto en donde estamos parados como sociedad y entender a dónde queremos llegar.

¡Quitarle, de una vez por todas, las trampas al progreso!

Hermanos en el camino es esa oportunidad que no podíamos dejar pasar. Nació con la duda del qué hacer y se presenta hoy, como un resultado favorable de la búsqueda, de esa búsqueda entre la ilación coherente de escuela, maestros, alumnos y grupos organizados con nuestra realidad social.

Hermanos en el camino se presenta hoy… como la infalible realidad, de la que no podemos escapar. Un trabajo erigido en los brazos arquetípicos de la materia Organización y planeación de empresas editoriales, bajo una nueva actitud, bajo un nuevo compromiso.

¡El compromiso de maestros y alumnos preocupados! Por eso escribimos, aquella tarde, lo que nos contaron: Los migrantes, los indocumentados, los Hermanos en el camino.

viernes, 7 de octubre de 2011

"Desaprender lo aprendido"

¿Cómo podemos responder, nosotros; los jóvenes actuales, de corazón y de energía, esas preguntas quisquillosas que asaltan al entretenimiento?
—Pero cuáles preguntas mi chavo, -Me indico Rogelio.
—Pues esas -le dije.
 —esas que no han tenido respuesta ni en la mejor de las culturas. Esas que han sido olvidadas por las distracciones banales, las muertes, las sangres, los muertos, la sangre.
Esas preguntas que no contestaron los genios, sino para sí mismos, esa respuestas de las que sabemos sólo parcialidades.
¿De dónde viene el ser humano?
¿A dónde va?
¿Qué quiere?
Que difícil es leer a Nietzsche. Es lo que sé.

jueves, 22 de septiembre de 2011

El viaje a Bejucal

Por insistencia de Gaudencio,  viajamos un domingo último de noviembre a Bejucal. Más convencidos por el  compromiso adquirido en una borrachera imprevista, que por la tonta historia  de caballos sin cabeza, que según Gaudencio, existían por el rancho  de su abuelo.
Con mochila al hombro y el espíritu  aventurero en su esplendor,  emprendimos aquella madrugada fría, el accidentado camino hasta  la humilde casita de don Aurelio, construida en la cima de una loma despejada.
Bejucal de los Vientos, era un lugar extraño para Juan y Rogelio, que crecieron en las grandes urbes de la civilización, pero no para mí que crecí en tierra de milpas y mucho menos para Gaudencio,  quien desde niño visitaba constantemente el lugar en compañía de sus padres.
Juan, Rogelio, Gaudencio y yo,  ocupamos,  no menos de tres cuartos del día para contemplar por fin aquel escenario de las cientos de historias fantasmagóricas que don Aurelio le contó a Gaudencio, y él a nosotros.  
Don Aurelio, fue un digno representante de la cultura campesina desde sus primeros años, con machete o punzón en mano, moldearía la tierra heredada, para vivir, durante toda su vida. Estaba viudo hacia una década, cuando de manera inesperada encontró en la entrada del potrero, tirada y muerta a su compañera.
La alegría al ver a su nieto fue inmediata, nos ofreció un suculento atol de maíz que disfrutamos  al atardecer.
—Y bien —dijo Rogelio en tono de burla— dónde están esos caballos—.   —No te preocupes —contestó Gaudencio, quien nunca había experimentado alguna historia del abuelo— ya aparecerán—.
La noche fue difícil. Al día siguiente, nos despertamos envueltos en prodigiosos canticos de la naturaleza. El sol que apenas se asomaba al filo del cerro más pequeño, no lograba disipar aun el frio seco de Bejucal.
Para despertar de golpe, sentimos la necesidad de bajar al arroyo. Mientras  Rogelio se desatoraba de las púas del potrero, una batahola  de pájaros de mal agüero sacudió la mañana en el firmamento. Todos gritamos, desconcertados.
Cuando llegamos al arroyo, el sonido del agua resbalando sobre las piedras, logró apaciguar el espanto del cuarteto. Mientras nos separábamos buscando nutridos pocillos para echar una manotada de agua en la cara, Juan preguntó —Qué fue eso, —Sólo pájaros, —respondió Gaudencio con voz débil.
Y de nuevo, un ruido endemoniado asaltó la tranquilidad.
—Lo escucharon, —Preguntó con temor Gaudencio.
Nadie contestó. La réplica fue inmediata y  más intensa. De pronto una sombra adimensional apareció entre ramas secas. Un cuerpo  de cuatro patas saltó desde un barranco, cruzó el arroyo y se perdió con rumbo al potrero, me quedé petrificado. Quise voltear para identificar mi cara; desfigurada de la impresión, en la de mis amigos. Pero antes, escuché tres golpes toscos en la tierra. Juan Esquinca, Rogelio Zarate y Gaudencio Benavidez, cayeron abatidos, fulminados por un infarto al miocardio.
Nadie lo creyó.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Doña Cristina

Hice lo que más me gusta el pasado verano.  En mi pueblo y con Mi gente.  Y qué es lo que más me gusta?  Bueno, entre otras cosas, ser un instrumento mediático  entre el escozor del pueblo y la “razón” del gobierno.
“Los pobres”, —decía doña Cristina—  “No tenemos quien nos defienda”.  
Doña Cristina es una señora de edad, pero aun tiene ganas de servir a la sociedad, de tez morena y con una  sencilla vestidura;  “podría apoyar,  con trabajo comunitario, con ideas”…  —Me dijo.
Estábamos,  Héctor, doña Cristina y yo sentados en la recepción de la estación de radio. Platicamos, entre tantas cosas, de propuestas para mejorar el servicio de Casa de Cultura de Zanatepec.
“Hay piezas, como arqueológicas, que las han encontrado en los cerros y siguen enteritas” contó la sexagenaria.
Debe de ser,  pensé.
“Pero qué caso tiene, si no las enseñan al público, y lo que es peor, si las enseñan, no saben ni qué son” agregó con serenidad.  
En las memorias de mi infancia y puedo considerar que en las de todos lo que crecimos en Zanatepec, están registradas una serie de imágenes de la sala de exposición de piezas en la Casa del Pueblo.
A ciencia cierta,  nunca tuve mayor información que las pocas palabras que hay debajo de cada una, ¡si es que las hay!
Qué valor tienen? Alguien lo sabe con certeza? Entre el resultado de las respuestas y el olvido, hay tan sólo, un hilo débil.
Por otro lado, quiero sacar de mi mente, esa frase comunitaria que se lleno de vida en la boca de doña Cristina y estalló en mi mente: “Nosotros los pobres no tenemos quien nos defienda”. Olvidarla sería una grave colaboración al holocausto moderno. Era para mí? Tenía que escucharla para hacer una pequeña pausa y reflexión? Lo que sé es que sigue retumbando, como una masa de aire musicalizada que gira en mi mente buscando una salida inexistente.
Entonces pensé, si se trata de defender, se trata de estar a la altura del oponente, como dice la canción “No es bueno nunca hacerse de enemigos, que no estén a la altura del conflicto”.
Quién es el oponente? La sociedad modernista mal ubicada. O lo que es mejor, la sociedad sin ideal, sin objetivo, sin rumbo. No se trata de eliminarlos, se trata de educar de nuevo, con el recate de nuestra identidad, el arte, la literatura… dar vida y oxigeno a nuestras tierras, hacerlas producir para nuestro consumo, y tantas cosas en las que todos debemos de participar. Tú, estarías satisfecho si mueres mañana? Un gran saludo a mis amigos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Adiós Morena

                                                ¡Para Ady!

De aquí a curarme; a curarnos,
hacen falta los versos trágicos
de un poeta sencillo de oficio
y experto en duelos.

Quiero ser el escritor magnífico
de tu corazón desahuciado,
condolido por libertad,
!extrañado!

Y más allá de mis placeres,
me convocas a mi muerte,
me suspendes con tus dientes
y escupes, ahora, la locura envilecida.

Qué crece en tu vientre?
qué corazón te salva?
crece el  consuelo de mi muerte
y el capricho de tu suerte.

Adiós Morena
¡que con tu puño
endulces mi sangre!
Y será más tuyo; lo nuestro.

¡Adiós morena! ¡Mi morena!
que encuentres camino abierto
entre las faldas de una montaña erudita.
Y que en las pertenencias de tus gestos
caiga el amor de un viejo rito.

No apoya Gobierno Cáncer en adulto

Gloria Santos: Necesario y urgente
Promover iniciativa de ley para el adulto con
leucemia linfoblástica aguda.

Yabín Cabrera
Coatzacoalcos, Veracruz.

Lucia Estela Martínez Santiago es originaria de Cosoleacaque, Veracruz, tiene 31 años de edad y es madre soltera de dos niños de once y trece años.
Fue diagnosticada en marzo del 2011 con leucemia linfoblástica aguda en el Hospital regional Valentín Gómez Farías, desde entonces, ha perdido peso y cabello.
Los primeros días recibió apoyo de su familia, incluso del padre de sus hijos que no vive con ella. Pero ahora la realidad es distinta, tiene que encargar a sus hijos Joseph y Jennifer  que van a la secundaria y nadie le brinda ayuda económica.
“Tengo una cuenta pendiente en el hospital, originalmente eran 52 dos mil pesos pero me hicieron un descuento hasta  22 mil.  De todos modos no puedo pagarlo”, comentó Lucia.
Según el documento de gestión de gastos catastróficos de la Secretaria de Salud de Veracruz, dice que de acuerdo a la Reforma a la ley General de salud publicada en el Diario Oficial de la Federación el 15 de mayo del 2003 y que entró en vigor el 1° de Enero del 2004 “La protección social de salud es un mecanismo por el cual el Estado garantizará el acceso efectivo, oportuno, de calidad, sin desembolso al momento de la utilización y sin discriminación a los servicios médico quirúrgicos, farmacéuticos y hospitalarios que satisfagan las necesidades de salud…”.
De acuerdo a este documento deberían estar considerados todos los tipos de cáncer, pero sólo se atienden: Cáncer cérvico-Uterino, cuidados intensivos de RN prematuros, Leucemia en niños y VIH/SIDA.
Lucia cuenta con seguro popular y está siguiendo el protocolo que marca la Secretaria de Salud del Gobierno del Estado de Veracruz (SSE), actualmente va en su sexta quimioterapia, “Estoy sola y tengo que comprar medicamentos… me ha cambiado la vida completamente”, comenta y agrega con algunas lagrimas en los ojos,  “yo me hago la fuerte porque no me gusta que mis hijos me vean llorar… ellos están aprendiendo a estar solos…”.
El médico le informó hace unos días que necesita un trasplante de médula ósea. Al no cubrir el gobierno federal los gastos a través del seguro popular en el programa denominado “Gastos catastróficos”, el costo de un transplante de médula ósea fluctúa  entre  250 mil a 300 mil pesos en nuestro país.
“El médico me dijo que no  voy a poder pagar el transplante y a eso le agrego que tengo que comprar medicamentos, la licenciada Gloria a veces me los consigue. Cada 25 días tengo que comprar un medicamento que cuesta 800 pesos. Yo ya estoy cansada…” A pesar de eso Lucia está luchando para salir adelante.

Un apoyo en Casa de Amor
Mientras tanto, Gloria Santos Navarro, presidenta de la asociación civil apóyalos a tener una esperanza de vida, comenta que es una triste realidad que los pacientes adultos con leucemia, no cuenten con apoyo gubernamental.
“No cuentan con apoyo del gobierno por lo tanto su expectativa de vida es mucho menos que la de un niño con el mismo padecimiento, de por sí su situación económica es deplorable” Y agregó “hay que profundizar en el tema, porque a diferencia de un niño con cáncer que cuenta con “gastos catastróficos”, los adultos no, y tienen que lidiar muchas veces con los problemas de casa, los hijos, la comida, etc.”
En el albergue “casa de amor para niños con cáncer” que está ubicado en Pedro Moreno 1406, apoyan a algunos pacientes adultos, pero sólo con medicamentos, debido a que cuentan con más de 60 niños a quienes atienden de manera constante.

Iniciativa de ley
“Es necesario y urgente proponer una iniciativa de ley que considere a los pacientes adultos  con leucemia linfoblástica aguda  en el programa de gastos catastróficos, debido a la cantidad de casos es la zona sur”, agregó Gloria Santos.
La mayoría de pacientes adultos son mujeres entre 20 y 45 años de edad. En lo que va del año han fallecido al menos ocho personas.
— ¿Cuál es la diferencia entre el paciente adulto y el niño?
Gloria Santos: —Que el niño vive para él y todos viven para él. Sin embargo, el paciente adulto tiene una triste historia, tiene que ver los gastos de la casa, los hijos, los problemas cotidianos; y encima, pagar de “su bolsa” los tratamientos.

martes, 6 de septiembre de 2011

Mis sueños...

 Al abismo de mis sueños, reaparece una luz blanca que se convierte en tu cuerpo sin habla,  después viene una especie de gárgola puritana  a soplar tus entrañas, ahora,  abres uno de tus ojos verdes, cualquiera, me ves con fuerza y vuelves el otro. Todavía sin decir nada.

En los contornos del alba aparece un ángel disfrazado de diablo. Rodea con sus manos tu cuerpo sin dejar de verme, te dice algo que no puedo escuchar y levantas tu dedo para apuntarme.

 Ya de mañana, los ojos rojos del ángel se vacían y queda un claro azul celeste. Todavía no escucho una sola palabra, pero sé que la próxima vez, no quiero verte en mi sueño, mas de pasada en algún llamado del destino, sólo por la curiosidad de escuchar tu voz y saber por fin; si eres la mujer de mis sueños.

domingo, 28 de agosto de 2011

Mi abuelita

Fui su favorito. Lo sé, lo supe siempre.  Tuvimos tantas cosas en común. Teníamos un lenguaje único.  Es curiosa esta parte de la vida. Se fue el primer día de noviembre y yo vine un  último.
Mi abuela, a quien quise y quiero diferente.
Padeció de austeridad pero no bastó para ser infeliz. Fue linda mi abuela. En los últimos años estuvo a bordo de una silla de ruedas, fueron difíciles, es cierto, para ella y para todos, pero los aguantó con dignidad.
Me gustaba indagar en su inocencia, preguntarle qué pensaba de las cosas…  y en más de una ocasión me dejó con la boca abierta.   
En una tarde de verano, mientras ella veía la televisión, le dije
 —Abuela, yo voy a ser famoso y saldré en la televisión.
Ha soltado una carcajada interminable que finalmente me contagió...
Era linda mi abuela. Se fue el 1 de noviembre del año pasado a las 6 de la mañana, en presencia de sus 5 hijas y los nietos que tuvimos la dicha de su último suspiro.
Nadie planea estas cosas; pero, no hay miedo de muertos cuando son los tuyos. Le tomé la mano izquierda y lloré. Estaba fría, parecía dormida en la cama nueva. Abuela, abuelita es tu cama, tu cama nueva, es tuya, es para ti.
La vida se entiende así de repente. —Lo conoces mami? Conoces quién es? –le dijo mi madre cuando llegué. Se quedo quieta un rato, me vio con ojos moribundos. Asintió con la cabeza, —es Yabín –dijo.
 Se apagó como la luz de una veladora. Y allá arriba, en el perfecto firmamento, en algún lugar de gente buena, está mi abuela brillando para todos. Te quiero mi dulce y tierna Aurelia.  Feliz día.

jueves, 25 de agosto de 2011

Y a mí qué me importa...

Todo el mundo sabe que Salma Hayek vivió en Coatzacoalcos; ella misma lo dice orgullosa en las entrevistas donde se lo preguntan. —Soy veracruzana, —contesta.
Vivió en 18 de marzo 521 a dos cuadras del malecón costero. Estudió en el Pearson. A Don Samy Hayek, su padre, quien lleva en la sangre raíces libaneses,  aun se le observa de vez en vez por las calles de Coatzacoalcos. Vive aquí.
Con el trascurrir de los años el éxito de la carrera de la artista contrastó con los problemas familiares que finalmente terminaron en el divorcio de sus padres.
Les cuento esto porque desde hace algunos meses esta historia es necesaria en las tertulias de la noche, en el jardín de 18 de marzo 522, a lado precisamente de la casa que ahora nos ocupa. Y a donde me mudé una noche de abril.
Y es que, la casa seguramente cuenta —en estricto sentido literario— interminables anécdotas de una de las actrices y productoras más exitosas que ha dado este país.
Pero la historia no termina aquí. El panorama ahora es distinto. Esta casa de la que les cuento se encuentra prácticamente abandonada, es seguramente, guarida de ratas y culebras.
La cosa se pone mucho mejor. Hace algunos años, según una versión extraoficial, Don Sami Hayek Dominguez vendió la propiedad al cantante de música regional Joan Sebastian con fines comerciales. Al cantante se le vio hace algunos años rondando por aquí. Tratando de iniciar sus negocios.
¡Qué historia!
Lo que trae a relucir este tema no es que yo viva a lado de una casa abandonada que fue habitada alguna vez por una artista de talla internacional, ni que la misma actriz  iniciara su aventura <<Holliwoodesca>> a lado de Antonio Banderas en “Desesperado”, casada hoy  con François-Henri Pinault, —presidente del grupo de artículos de lujo y distribución PPR (Pinault-Printemps-Redoute), propietaria de marcas como Gucci, Yves Saint-Laurent, Balenciaga y Pumay mucho más— ni que ahora el dueño sea un hombre también de fama internacional con varios escándalos escalofriantes, entre ellos, los asesinatos de sus hijos.
¡No fue eso!
En realidad se los cuento porque quiero compartirles el susto que me llevé hace unas semanas por andar de bocón. Allá en el pueblo, donde lo que menos les importa es que vivas en el castillo de Chapultepec o en una casa de cartón. La única clasificación que otorgan es que no vives en el pueblo y se acabó.
Quedábamos como diez tipos al final de una boda. Llovía como llueve en los agostos del pueblo. Entre tantos amigos me fui quedando solo. El calor se prolongaba con las cervezas de cuartito que se acostumbran en la región. Y los silencios eran cada vez más espaciosos.
—Pues bien -diría alguno que entre todos no se distingue-.
—Y tú qué haces? -Me preguntó.
—Y sin más ni más, haciendo uso estricto del ego que reparten los alcoholes, emprendí una narración vertiginosa de mi vida para cerrar con la historia que antes les conté.
—Y eso a mí que me importa -dijo uno.
Otro se paró. Me miró con ojos de rencor viejo y soltó la primera agresión verbal.  
—Y con eso crees que nos vas a venir a apantallar? Cabrón?
En seguida se paró el resto de los muchachos y se atilintó el ambiente.
Era de esos momentos en los que no mides consecuencias. Que no sabes de qué te salvas si te salvas… hasta al otro día cuando recordé como les ha quedado la cara a mis amigos en historias similares…
Si no hubiera llegado Pedro; mi primo, no se las cuento con orgullo.
Y pensar que así mueren los pendejos… No era la boda del callejón de los milagros de Salma Hayek… Pero de todas maneras, me puse, como dice la canción: SENTIMENTAL.

viernes, 19 de agosto de 2011

El primer día de clases…

Me cuesta trabajo pensar lo que quiero lograr en esta clase, mientras el corazón (órgano) me duele de una manera rara (el corazón no duele), mientras una amiga entrañable sufre un dolor en silencio, un dolor que percibo en el ambiente, en el aire.
No puedo soñar con ser el mejor de la clase, porque ése; el mejor, sería considerado como tal, por una maestra que no para y no para de hablar banalidades.
Dios nos ampare en el silencio profundo del arrepentimiento. Somos hombres débiles, frágiles; pero tenemos determinación, caemos de rodillas y miramos al cielo, ese imponente firmamento que desconocemos por confiados.
Hablamos con firmeza y con mentiras, pero ante el gran silencio del arrepentimiento, nada nos hará murmurar.
Creo. Tal vez lo sé. Sé qué es lo que tiene mi amiga, me ha mandado mensajes misteriosos como para dar una muy mala noticia sorbo a sorbo. No quiero aceptar que cada día me acerco más a un mundo tan real como imaginario, donde llueve y sale el sol, mueren 40 mil en una guerra absurda y nacen otros más con destinos inciertos. Donde algún ser querido se contagia de esa mierda de mundo.
El dolor de este momento me acerca al heroísmo, pero desisto, desisto por cobarde.

miércoles, 10 de agosto de 2011

¿BIPOLAR?

Emilio se encontraba en la calle, cerca de un mercado popular, cuando sintió por primera vez, un ataque de pánico. De esos que te salvas, hasta que alguien conocido viene por ti; y mientras te explica la tranquilidad de la vida,  te abraza.
  La segunda vez, fue en su cuarto, sintió —según nos contó después— la soledad más implacable, un vacio profundo en su interior, y un miedo incalculable a la muerte, todo esto en cuestión de minutos.
  Esa vez lo encontró su hermano, en el rincón, inmóvil, con la mirada fija en algo, —en cualquier cosa— decía al contarlo.
  Emilio desciende de una familia de cultura preventiva y calculadora. Así que el médico apareció de inmediato, antes de un posible tercer ataque, sin motivo aparente.
  El resultado fue un diagnostico inesperado por todos: Trastorno afectivo bipolar (TAB), también conocido como trastorno bipolar y antiguamente como psicosis maníaco-depresiva, es el diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno del estado de ánimo caracterizado por la presencia de uno o más episodios con niveles anormalmente elevados de energía, cognición y del estado de ánimo.
  Aparentemente esto es de lo más común y sencillo, pero, no es así. A diferencia de una persona que no lo padece, estas, no pueden controlar sus emociones cuando están en crisis, si no es a base de tratamiento médico o psicológico, debido a que la enfermedad es crónica.
  Por lo general tiene expresión por un desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales. Adicionalmente, debido a las características del trastorno bipolar, los individuos tienen más riesgo de mortalidad por accidentes y por causas naturales como las enfermedades cardiovasculares.
  Por esta situación de mezcla química y alteración del ánimo las personas que padecen esta enfermedad no pueden ser rutinarias y llegan a experimentar en el año hasta 4 estados de ánimo distintos. Si alguien se va de un trabajo o abandona a su novia de la noche a la mañana, es un gran candidato, se alejan de las rutinas.
  Emilio ahora lo sabe y va por el mundo pensado positivo, y hablando cada que puede del avance que ha tenido. Pues de otra manera sabe que estaría imposibilitado ante una situación crónica.
—Por eso tú, -me dijo…
—Tú cuéntalo…

martes, 9 de agosto de 2011

Yo escribo para ti


He estado recordando la franqueza que desencadena el escribir y vienen a mi mente, como gotas de tubería vieja, algunos cuantos escribidores de renombre.
A decir verdad, escribir es un arte que muchas veces se esconde para no salir más de  la soledad de algún cuarto, algún parque, un techo, una ciudad, un mundo.
Pero vienen a mi mente las “deliciosas” cartas de amor que escribió Jaime Sabines a  “Chepita”; su Chepita: Josefa Rodriguez, allá en los años de juventud en los que ambos estudiaban. Él, equivocadamente Medicina y ella, ahora, no lo recuerdo.
El poeta chiapaneco Sabines estudiaba igual que su amada en la ciudad de México y la correspondencia comenzó en los días en que uno u otro estaba a la distancia en cualquiera de las dos ciudades.
Así aquellas cartas que fueron escritas con la franqueza y la sutileza de quien  escribe, para una sola persona, hoy, son compartidas para el mundo en el libro de las recopilaciones.
Aquí la franqueza de Sabines:
Es posible que te haya hecho daño muchas veces. Es posible que aún te haga más mal. Pero quiero pedirte que todo lo perdones. Yo siempre he querido estar seguro de que me quieres como soy, y entonces me he propuesto ser como soy. Nada me ha detenido. Nada podría tampoco hacerme falso, distinto. Muchas veces me he puesto a pensar en aquello de Neruda: "amor que quiere libertarse para volver a amar". A mí me ha pasado muchas veces, siempre me pasa. Quiero quererte libremente, yo mismo. Todo lo que trata de detener mi amor, de hacerlo otro, de encerrarlo, ya sea una fórmula social, una caricia cerrada, o una costumbre, todo eso me mortifica y me hace huir. Pero tú sabes ya la clave del regreso: tu humildad, tu fe. Tú misma. No lo olvides. Sabes bien que mientras tú seas tú yo seré tuyo. Que giro alrededor de ti, que sólo en ti he encontrado paz y alegría. Y que muchas veces me voy, sólo porque quiero volver.
Que estés guapa y linda. Y que en este segundo aniversario me quieras tanto, casi tanto como te quiero yo.
Jaime


lunes, 8 de agosto de 2011

El origen de las voces




Mientras sacaba de la mochila unas pastillas para la ansiedad,  escuché de nuevo la conversación en voz alta. La primera, era una voz gruesa, de hombre, esforzándose para hablar correctamente. El interlocutor era más bien discreto, contestaba en monosílabos y su voz era aguda.
En esta ocasión, me dio un poco de miedo porque a diferencia de las otras veces, no había nadie más en la habitación. Quise calmarme con suplicas a Dios, creyendo involuntariamente  que aquellas voces provenían de un ente maligno.
Sacudí súbitamente las sabanas de la cama. No había nada. Asocié inmediatamente el hecho al stress de la semana o a cualquier cosa que no recuerdo. Pero no bastó, volví a escuchar ahora una voz de mujer, compartiendo las risas con alguien más. Fue suficiente. Traté de buscar por todos los rincones el origen de aquella empedernida broma de mal gusto.
Empecé por los cuadros. Bajé de la pared  los únicos cinco polvorientos y los coloqué en el pequeño buró. Miré por debajo de la cama y para estar más seguro puse de pie aquel colchón de orines.  Les reventé el estomago a todos los animales de peluche y el algodón caía como copos de nieve al piso polvoriento.  
Pero no había nada. Pensé en mil maneras de jugar una buena broma; y fui tirando al piso los libros, la ropa, los cables, todo. Para asegurarme de encontrar el origen.
Pero la situación empeoraba. Ahora las voces eran más nítidas, como si estuvieran platicando a lado mío. Me jalaba el cabello tratando de convencerme de que no era cierto, me tapaba los oídos y la desesperación por conciliar la realidad alterna me llevó a un estado de descontrol.
Me vi sudado, confundido, desaliñado, desorientado cuando entró Sergio.
— Qué te pasa Mano, -me preguntó asustado.
— ¡Cálmate! ¡Estás como Loco!