miércoles, 10 de agosto de 2011

¿BIPOLAR?

Emilio se encontraba en la calle, cerca de un mercado popular, cuando sintió por primera vez, un ataque de pánico. De esos que te salvas, hasta que alguien conocido viene por ti; y mientras te explica la tranquilidad de la vida,  te abraza.
  La segunda vez, fue en su cuarto, sintió —según nos contó después— la soledad más implacable, un vacio profundo en su interior, y un miedo incalculable a la muerte, todo esto en cuestión de minutos.
  Esa vez lo encontró su hermano, en el rincón, inmóvil, con la mirada fija en algo, —en cualquier cosa— decía al contarlo.
  Emilio desciende de una familia de cultura preventiva y calculadora. Así que el médico apareció de inmediato, antes de un posible tercer ataque, sin motivo aparente.
  El resultado fue un diagnostico inesperado por todos: Trastorno afectivo bipolar (TAB), también conocido como trastorno bipolar y antiguamente como psicosis maníaco-depresiva, es el diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno del estado de ánimo caracterizado por la presencia de uno o más episodios con niveles anormalmente elevados de energía, cognición y del estado de ánimo.
  Aparentemente esto es de lo más común y sencillo, pero, no es así. A diferencia de una persona que no lo padece, estas, no pueden controlar sus emociones cuando están en crisis, si no es a base de tratamiento médico o psicológico, debido a que la enfermedad es crónica.
  Por lo general tiene expresión por un desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales. Adicionalmente, debido a las características del trastorno bipolar, los individuos tienen más riesgo de mortalidad por accidentes y por causas naturales como las enfermedades cardiovasculares.
  Por esta situación de mezcla química y alteración del ánimo las personas que padecen esta enfermedad no pueden ser rutinarias y llegan a experimentar en el año hasta 4 estados de ánimo distintos. Si alguien se va de un trabajo o abandona a su novia de la noche a la mañana, es un gran candidato, se alejan de las rutinas.
  Emilio ahora lo sabe y va por el mundo pensado positivo, y hablando cada que puede del avance que ha tenido. Pues de otra manera sabe que estaría imposibilitado ante una situación crónica.
—Por eso tú, -me dijo…
—Tú cuéntalo…

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