viernes, 19 de agosto de 2011

El primer día de clases…

Me cuesta trabajo pensar lo que quiero lograr en esta clase, mientras el corazón (órgano) me duele de una manera rara (el corazón no duele), mientras una amiga entrañable sufre un dolor en silencio, un dolor que percibo en el ambiente, en el aire.
No puedo soñar con ser el mejor de la clase, porque ése; el mejor, sería considerado como tal, por una maestra que no para y no para de hablar banalidades.
Dios nos ampare en el silencio profundo del arrepentimiento. Somos hombres débiles, frágiles; pero tenemos determinación, caemos de rodillas y miramos al cielo, ese imponente firmamento que desconocemos por confiados.
Hablamos con firmeza y con mentiras, pero ante el gran silencio del arrepentimiento, nada nos hará murmurar.
Creo. Tal vez lo sé. Sé qué es lo que tiene mi amiga, me ha mandado mensajes misteriosos como para dar una muy mala noticia sorbo a sorbo. No quiero aceptar que cada día me acerco más a un mundo tan real como imaginario, donde llueve y sale el sol, mueren 40 mil en una guerra absurda y nacen otros más con destinos inciertos. Donde algún ser querido se contagia de esa mierda de mundo.
El dolor de este momento me acerca al heroísmo, pero desisto, desisto por cobarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario