martes, 5 de julio de 2011

La luz del niño que quería ser luchador

La raíz de todas las historias es la experiencia de quien las inventa, lo vivido es la fuente que irriga las ficciones.  (Mario Vargas Llosa)
He empezado a leer el último libro del actual premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, titulado Cartas a un joven novelista,  entrando en la magia de las letras tengo la necesaria intención de escribir lo que he vivido en estos últimos días, ya que uno vive para escribir.
Permítanme, para entrar en contexto, explicar con más detalles la historia de Gilbertito, un niño agregado a la asociación civil que preside Gloria Santos, donde se apoya a niños con cáncer de la región sur de Veracruz denominada “Apóyalos a tener una esperanza de vida”.
En marzo del 2009 la señora Sandra (mamá), detectó en Gilbertito algunas hinchazones anormales en su cuerpo y de inmediato acudió al seguro social para la revisión correspondiente, al poco tiempo el diagnóstico fue certero: Cáncer.
El pequeño que entonces tenía  un año y nueve meses de nacido, ingresó a un tratamiento de inducción a quimioterapias, pero no mostraba buena aceptación al medicamento.

En enero del 2010 presentó nuevamente en sus estudios el 4 por ciento de células cancerígenas, dándolo por primera vez como "desahuciado" clínicamente, la decisión de cambiarlo al hospital regional Valentín Gómez Farías fue sin vacilar, el protocolo de las quimioterapias es  distinto en los hospitales así que se sometió nuevamente a inducción.
Llegó a al centro de cancerología en la ciudad de Xalapa con el 90 por ciento de células cancerígenas y lograron reducirlo hasta un 4 por ciento nuevamente, sin embargo no obtuvo buena respuesta al medicamento y volvieron a desahuciarlo por segunda ocasión.
El mes pasado la asociación civil y un grupo de voluntarios organizaron el cumpleaños número 4 de Gilbertito, quien desde el mes de diciembre del 2010 no ha recibido más quimioterapias, sólo  tratamiento paliativo.

A Gilberto le gustan las luchas, sabe pelear como verdadero luchador, siempre está a la defensiva, esperando, siempre espera. En  meses pasados voluntarios de la empresa Praxair organizaron un evento de luchas y aunque al principio estuvo reacio al final lo disfruto tanto como los demás niños invitados.
Las  cosas no terminan aun, los síntomas empiezan: desde la angustia de una madre que daría la vida por salvar la de su hijo, las inútiles hazañas de una asociación que no puede hacer más que cumplir los caprichos inocentes de un niño que pide todo y no quiere nada, hasta los dolores nocturnos de Gilbertito que no sabe siquiera pronuncia Leucemia linfoblástica aguda.
Van seis días que no come nada,  seis días que veo en sus ojos un brillo opaco que denota tristeza abrumadora y desesperante. Pero no pierde las ganas de jugar, y mucho menos de mentar madres (literal).
Desde hace un mes su casa se llama “Casa de amor” ubicada en Pedro Moreno 1406, todos sabemos lo que pronto pasará, incluso su mama que no cabe de angustia.
El valor del apoyo emocional no tiene límites, deberíamos todos de darnos un tiempo para este tipo de ayuda, si algún día de estos, va de paso y decide conocerlo, no insista en abrazarlo o acercarse, más de uno está con dolores de tobillos por sus patadas tan efectivas.
La luz de los niños brilla toda la eternidad, Gilberto se va poco a poco, se apaga lentamente como una luz que se traslada  para continuar su largo andar, como una luz que se extingue para brillar desde lo alto.

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